Aunque los elementos generales son los que se aplican a cualquier obra renacentista, la recargada ornamentación hace que el espectador se deslumbre, se detenga en la superficie, en la belleza, en el juego de cada elemento, en los efectos de conjunto.
En el estilo plateresco, lo decorativo destaca sobre lo arquitectónico, ya que el tipo de decoración minuciosa que aparece en las pilastras adosadas, en el fuste de las columnas o alrededor de los arcos, recuerda la decoración de los candelabros que fabricaban los antiguos orfebres. La decoración plateresca es la continuación de una tradición manifestada en el arte mudéjar y en el último gótico.
Medallones y escudos heráldicos se repiten por doquier en esta manifestación artística, predominando en sus pilastras o columnas formadas por balaustres motivos animales o vegetales a base de grutescos.
La primera aparición en Úbeda de este estilo no se efectuará en la arquitectura civil, sino en la religiosa. Me refiero a los primeros grutescos labrados en el intradós de la ojival puerta de la Luna de San Isidoro, o en la puerta principal isabelina de San Pablo.
El Antiguo Altar Del Santísimo Cristo De La Salud; Un Bello Ejemplar Plateresco.
Las Capillas fundacionales en iglesias no es ningún fenómeno de carácter local, responde a ciertos deseos de afirmar un estamento social, crear un enterramiento, movidos por una profunda religiosidad dotadas de capellanes, obras artísticas y rentas.
Las Capillas funerarias en los templos de nuestra geografía española dan un sabor especial a estos, añaden espacios, sin sumarse al espacio del recinto. Así, la arquitectura religiosa española ha compartido, el espacio, por medio de rejas, que impide el paso, pero invita a ser traspasada. Sirven de cierre, de retablo, anuncia una propiedad funeraria, manifestando riquezas y poder.
Altares, sepulcros, capillas y rejas, forman un tejido histórico en torno al altar que, como permanente oración a la que artífices dieron forma artística, nos recuerda permanentemente a los generosos donantes (reyes, príncipes, prelados, canónigos, nobles, mercaderes, gremios…) que fundaron una capellanía, dotaron unos aniversarios, encargaron determinadas misas o pagaron cantidad de limosnas.
A cambio la iglesia colegial o catedral, les daba entierro en sus naves y claustro, asegurándoles su memoria en los aniversarios y días de difuntos, como benefactores que fueron del primer templo de la ciudad.
En Úbeda la fundación y dotación de capillas funerarias es ya un fenómeno habitual desde el siglo XV. La adquisición de estas se hacía por medio de compra a la parroquia o convento, o bien por adquisición de un solar adyacente a la iglesia o claustro, comprometiéndose sus nuevos propietarios a labrar las mismas, mantenían el culto litúrgico mediante la dotación de las correspondientes capellanías y rentas.
De las muchas capillas fundacionales o funerarias que había en los santuarios Ubedíes, sólo tres, aún en la actualidad, siguen teniendo patronazgo, como es el caso de la Antigua Capilla de los Porcel, perteneciente desde 1888 los Marqueses de la Rambla, en el templo de San Pedro; la monumental Sacra Capilla de El Salvador, que pertenece a la fundación Casa Ducal de Medinaceli. Y la antigua capilla de los Próceres de Vezmeliana, hoy de los Sabater, en la iglesia Colegial de Santa María.
Los apellidos y familias más importantes ya habían tomado tiempo atrás posiciones de privilegio en los principales templos de Úbeda. Así la iglesia de Santo Domingo de Silos contaba con numerosas capillas funerarias y fundaciones. De entras ellas sobresalía monumentalmente hablando El Altar del Cristo de la Salud.
Situada en el lado del evangelio de la iglesia, en ella se veneraba el grupo escultórico del Calvario; cuya imagen del Cristo conocido bajo advocación del Cristo de la Salud; siempre estuvo cargado de devoción. Hasta que en 1936, fue pasto de las llamas.
Este recinto ostenta en su monumental portada, la primera manifestación funeraria plateresca de la ciudad. Labrada posiblemente por el cantero Diego de Alcaraz autor de uno de los ejemplos más depurados de plateresco conservados en la ciudad, la portada Sur del citado templo de Santo Domingo.
Sabemos por Barranco Delgado que fue fundada en 1554 por don Juan de Molina y de la Peñuela, hijo del capitán don Francisco Molina de Peñuela. Este altar enterramiento de los Molina y los Puebla, según Gines Torres, también se le llegó a conocer por capilla de los Valencia. .
En el estilo plateresco, lo decorativo destaca sobre lo arquitectónico, ya que el tipo de decoración minuciosa que aparece en las pilastras adosadas, en el fuste de las columnas o alrededor de los arcos, recuerda la decoración de los candelabros que fabricaban los antiguos orfebres. La decoración plateresca es la continuación de una tradición manifestada en el arte mudéjar y en el último gótico.
Medallones y escudos heráldicos se repiten por doquier en esta manifestación artística, predominando en sus pilastras o columnas formadas por balaustres motivos animales o vegetales a base de grutescos.
La primera aparición en Úbeda de este estilo no se efectuará en la arquitectura civil, sino en la religiosa. Me refiero a los primeros grutescos labrados en el intradós de la ojival puerta de la Luna de San Isidoro, o en la puerta principal isabelina de San Pablo.
El Antiguo Altar Del Santísimo Cristo De La Salud; Un Bello Ejemplar Plateresco.
Las Capillas fundacionales en iglesias no es ningún fenómeno de carácter local, responde a ciertos deseos de afirmar un estamento social, crear un enterramiento, movidos por una profunda religiosidad dotadas de capellanes, obras artísticas y rentas.
Las Capillas funerarias en los templos de nuestra geografía española dan un sabor especial a estos, añaden espacios, sin sumarse al espacio del recinto. Así, la arquitectura religiosa española ha compartido, el espacio, por medio de rejas, que impide el paso, pero invita a ser traspasada. Sirven de cierre, de retablo, anuncia una propiedad funeraria, manifestando riquezas y poder.
Altares, sepulcros, capillas y rejas, forman un tejido histórico en torno al altar que, como permanente oración a la que artífices dieron forma artística, nos recuerda permanentemente a los generosos donantes (reyes, príncipes, prelados, canónigos, nobles, mercaderes, gremios…) que fundaron una capellanía, dotaron unos aniversarios, encargaron determinadas misas o pagaron cantidad de limosnas.
A cambio la iglesia colegial o catedral, les daba entierro en sus naves y claustro, asegurándoles su memoria en los aniversarios y días de difuntos, como benefactores que fueron del primer templo de la ciudad.
En Úbeda la fundación y dotación de capillas funerarias es ya un fenómeno habitual desde el siglo XV. La adquisición de estas se hacía por medio de compra a la parroquia o convento, o bien por adquisición de un solar adyacente a la iglesia o claustro, comprometiéndose sus nuevos propietarios a labrar las mismas, mantenían el culto litúrgico mediante la dotación de las correspondientes capellanías y rentas.
De las muchas capillas fundacionales o funerarias que había en los santuarios Ubedíes, sólo tres, aún en la actualidad, siguen teniendo patronazgo, como es el caso de la Antigua Capilla de los Porcel, perteneciente desde 1888 los Marqueses de la Rambla, en el templo de San Pedro; la monumental Sacra Capilla de El Salvador, que pertenece a la fundación Casa Ducal de Medinaceli. Y la antigua capilla de los Próceres de Vezmeliana, hoy de los Sabater, en la iglesia Colegial de Santa María.
Los apellidos y familias más importantes ya habían tomado tiempo atrás posiciones de privilegio en los principales templos de Úbeda. Así la iglesia de Santo Domingo de Silos contaba con numerosas capillas funerarias y fundaciones. De entras ellas sobresalía monumentalmente hablando El Altar del Cristo de la Salud.
Situada en el lado del evangelio de la iglesia, en ella se veneraba el grupo escultórico del Calvario; cuya imagen del Cristo conocido bajo advocación del Cristo de la Salud; siempre estuvo cargado de devoción. Hasta que en 1936, fue pasto de las llamas.
Este recinto ostenta en su monumental portada, la primera manifestación funeraria plateresca de la ciudad. Labrada posiblemente por el cantero Diego de Alcaraz autor de uno de los ejemplos más depurados de plateresco conservados en la ciudad, la portada Sur del citado templo de Santo Domingo.
Sabemos por Barranco Delgado que fue fundada en 1554 por don Juan de Molina y de la Peñuela, hijo del capitán don Francisco Molina de Peñuela. Este altar enterramiento de los Molina y los Puebla, según Gines Torres, también se le llegó a conocer por capilla de los Valencia. .